Post invitado por Zenshin Milán.
Ya ha pasado suficiente tiempo como para confiar en que el cambio de ley será efectivo y duradero. Personalmente no estaba del todo seguro ya que una ley puede cambiar según las circunstancias políticas del momento, pero debido a la situación actual podemos tener cierta confianza.
No obstante, es normal que aún se nos presenten un sinfín de dudas al respecto: instalación aislada o no, excedente de energía volcada en la red, compensación económica, autoconsumo individual con contador bidireccional, permisos necesarios, limites de potencia, etc.
De todos modos, una de las cosas más importantes es que el proceso burocrático se ha reducido al mínimo, hasta ser nulo en casos específicos.
Lo que pretende este artículo es “podar” todo lo posible la información disponible centrándonos en tres situaciones claras.
Una vez hecha nuestra elección entonces cada cual profundizará en la solución que más le conviene investigar.
Tres situaciones:
- La información más valiosa estriba en que si una vivienda quiere generar su propia energía el estado lo permite por ley, siempre que estemos hablando de energías renovables claro.
- La otra es que no hay que pagar ninguna tasa por ello.
- Y otro punto importante es que, si quieres seguir enchufado a la red de la compañía, la energía excedente puedes venderla.
Pero vayamos por pasos…
Primer caso. Instalación aislada:
Empezaremos con el primer caso, el más sencillo.
No me llegan los cables de la luz o quiero desconectarme completamente de la compañía si los tengo.
Esta situación es la denominada “instalación aislada”, en la que estaríamos aislados energéticamente disponiendo de un sistema de abastecimiento autónomo: con placas fotovoltaicas, con generador eólico u otros sistemas de energía renovable.
A dicha instalación habrá que añadirle necesariamente acumuladores por si nuestra fuente no generase energía (no hay sol, no hay viento, etc.). Lo que la nueva ley ha definido en este primer caso es que mientras antiguamente sólo podías hacerlo si no te llegaba la compañía, ahora aunque te lleguen los cables puedes prescindir de ellos, un gran paso adelante.
Segundo caso. Instalación conectada a la Red:
Pasemos al segundo caso.
Aunque me lleguen los cable de la luz, quiero tener mi propio sistema de abastecimiento con energías renovables y a la vez seguir conectado a la red para cuando no haya sol o necesite más energía de la que consigo producir.
Además puedo vender mi excedente de energía a la compañía.
Tercer caso. Instalación conectada a la Red+ acumuladores:
El tercer caso incluye el segundo, con la posibilidad de añadir un sistema de acumulación (baterías) de la energía que se genera con nuestra instalación renovable, de manera tal que la necesidad de chupar de la red se reduzca al mínimo.
En estos dos últimos casos no podemos considerarnos aislados de la red como en el primero.
Nos centraremos en estos tres casos donde la energía que iríamos a necesitar no superaría los 15 KW (como es habitual en viviendas), de lo contrario entraríamos en otras situaciones con otras normativas.
Al igual que si se quiere considerar una instalación comunitaria la ley lo explica claramente con parámetros bien definidos, pero como digo no entraremos en detalle en estas y otras combinaciones posibles.
Entrando en detalle...
Primer caso. Instalación aislada:
Aunque podemos distinguir dos tipologías, a fines prácticos solo hay una ya que, aunque podamos disponer del cableado de la compañía, hemos preferido prescindir de ello y actuar como en una casa de campo donde no llega la línea eléctrica.
En este caso, necesitaremos una fuente de energía renovable, por lo general placas fotovoltaicas o, en casos específicos, molinos helicoidales, etc.
También requeriremos unas baterías para acumular y abastecer el sistema cuando no se genere energía, un inversor para la 220v y poco más.
Ahora bien, hay dos aspectos importantes que debemos considerar:
- por un lado, se necesitan calcular bien las necesidades de cada cual para dimensionar bien todos los componentes de dicha instalación
- y por otro, deberíamos aumentar sustancialmente nuestra consciencia ecológica… a la fuerza.
Con esto quiero decir que si calculamos que nuestras baterías permiten una autonomía de tres días sin sol, por ejemplo, debemos tener mucho cuidado con lo que enchufamos y cuándo lo enchufamos.
Un día bien soleado, por ejemplo, nos proporcionará mucha energía, por la noche las baterías se irán descargando para luego volver a cargarse el día siguiente.
¿Y si el día siguiente esta nublado? ¿y si también el siguiente?
A esto me refiero cuando digo que estamos obligados a aumentar nuestra consciencia ecológica, pues debemos estar más pendiente de nuestro consumo y no se puede hacer como los que sí están enchufados a la red que solo les cambia la factura de la luz.
He aquí la principal causa de nuestro deterioro medioambiental, o sea, no tenemos conciencia de dónde ni cómo se produce la energía, solo la usamos para nuestro beneficio siguiendo unos criterios bastante ajenos a las necesidades reales de cada cual, más bien siguiendo la tendencia común de despilfarro; y aunque nos lo podamos permitir económicamente, no podemos decir lo mismo del planeta:
a estas alturas él no se lo puede permitir ya ha sufrido y sigue sufriendo demasiado las consecuencia de todo esto.
Por supuesto, en este caso no tendríamos el gasto de la factura pero sí la inversión inicial que se iría amortizando con el paso de los años.
Este primer caso tiene a su favor el hecho de que podemos ser autónomos (aislados), energéticamente hablando, y debido a ello solo debemos preocuparnos de la inversión inicial. Ojo pero, ganar lo que es ganar no se gana mucho ya que en cuanto hayas amortizado el gasto (10-15 años dependiendo de la instalación) las baterías habrá que cambiarlas (en muchos caso incluso antes, depende del modelo de batería), además las placas fotovoltaicas también tienen una vida limitada (unos 15/20 años al 80%) esto significa que en unos años habrá que pensar en cambiarlas.
De todas formas nos quedamos con el cambio de chip que, más allá de lo que verdaderamente consigamos ahorrar, nos ha ayudado a aumentar nuestra consciencia ecológica en muchos aspectos.
Por supuesto toda la instalación se puede optimizar al máximo para que dure lo más tiempo posible y en Taller Karuna se realizan cursos para que esto sea posible.
Segundo caso: Instalación con conexión a red.
Este segundo caso nos permite tener las dos opciones disponibles, por una parte tengo mi propia instalación renovable y por otra sigo enchufado a la red.
Aquí nos encontramos con que aparentemente hay cierta conveniencia ya que entre lo que consigo inyectar (excedente) y lo que consumo se puede crear cierto equilibrio económico y la factura se abarata considerablemente.
Siempre hay que tener en cuenta el gasto inicial, también en este caso se puede considerar una amortización del capital en unos 15 años dependiendo siempre de la dimensión de la instalación y del consumo del usuario. También aquí habrá que tener en cuenta el deterioro de las placas fotovoltaicas, pero no de las baterías.
Mientras en el caso anterior cabe la posibilidad de que una persona pueda montar su propia instalación renovable, en este caso la cosa es un poco más complicada ya que al hacer el contrato con la compañía se necesita de un contador bidireccional; su función es medir lo que se consume y lo que se inyecta a la red.
Esta instalación debe hacerla un técnico especializado (las nuevas instalaciones ya vienen con ello) y además el contrato de la luz incluye el alquiler de dicho aparato (también se puede comprar) y el coste por el mero hecho de disponer de la línea eléctrica.
En otras palabras, suponiendo que se consiga equilibrar los vatios vendidos y los gastados (ojo, por lo que vendes te dan bastante menos de lo que compras, eso depende de la compañía) siempre te llegará la factura a pagar.
En este caso se consigue un ahorro económico y ecológico, aunque no se consigue la misma sensibilidad ecológica que en la instalación aislada, más que nada porque nunca te faltará energía; en el peor de los casos siempre puedes disponer de la compañía que te suministra todo lo que quieras, de este modo no te preocupas mucho...
Tercer caso: Instalación con conexión a red y con acumuladores
La conveniencia del tercer caso la debe estudiar bien cada cual ya que está muy sujeta a necesidades particulares.
Hoy en día se venden inversores que pueden trabajar con y sin baterías (antes eran solo algunos especiales los que lo podían hacer y estaban diseñados solo para inyección a red). Dado que la inversión más importante en una instalación renovable es la batería uno debe pensarlo muy bien antes de elegir esta opción.
Vamos a analizar un poco lo que podrían ser los pros y los contras de esta elección.
A favor esta el hecho indiscutible de que puedes prescindir de la compañía y solo en casos puntuales usar su línea. Esto significa que aunque tengas que pagar igualmente tu factura de la luz esta se verá reducida a mínimo, también porque, al igual que en el segundo caso, puedes inyectar lo que te sobre y en este caso puede llegar a ser bastante.
Una batería de ultima generación de litio, tipo la de Tesla de varios kilovatios, puede llegar a costar unos 3-4 mil euros; habría que hacer cálculos para ver si vale la pena.
Una consideración importante es que para volver a cargar estas baterías se necesitan muchas placas fotovoltaicas y muchas veces no se dispone de espacio suficiente (especialmente si hablamos de un piso), sin embargo, habría una manera de prescindir de ellas y es cargarlas con la energía de la red en las horas nocturnas cuando la tarifa es más baja, por eso habría que consultar las tarifas específicas de la compañía. Pero como digo cada cual tiene que valorar ya que depende mucho de cuánto tiempo se pasa en casa, cuánto uso energético hacemos y si se está más de día que de noche…
De todas formas es bien sabido que los acumuladores son el elemento más contaminante de una instalación renovable, por ello a nivel ecológico podrían no ser lo mejor, pero es cosa de cada uno sopesar y elegir.
Resumiendo:
- Si queremos “aislarnos” energéticamente y gestionar nuestra propia fuente renovable la opción adecuada es la primera. El único inconveniente es que dependemos totalmente de nosotros mismos, si se nos acaban las baterías nos quedamos sin energía eléctrica (debido a ello un buen generador no estaría mal).
La parte medio llena de la botella es que desarrollamos una buena consciencia ecológica para un buen uso de la energía y esto el planeta nos lo agradecerá. Sin mencionar que hay gente que haría esto y más para no depender de las compañías eléctricas ya que las considera un instrumento esclavizador del sistema…
. - Si por otra parte nos interesa sobre todo el aspecto económico, entonces las otras dos opciones nos dan buenas salidas, cada una con su peculiaridad.
Hay que tener bien en cuenta que si hablamos de una vivienda en pleno centro de una ciudad las opciones se restringen bastante, ya sea a la hora de montar placas fotovoltaicas o instalar un molino de viento, aunque hay sistemas para aprovechar al máximo los espacios reducidos.
Para que tengamos una idea muy aproximada, una instalación completa con baterías de ultima generación puede llegar a costar hasta 20000€, pasando por pocos miles de euros si reducimos la potencia y usamos baterías convencionales; mientras que sin batería el precio se abarata mucho.
- Otra cosa es si tenemos una finca o una casa independiente, en este caso podemos jugar más.
Sea como fuere, siempre será conveniente documentarnos bien sobre nuestra elección y si entramos en el primer caso en que podemos hasta realizar nuestro propio proyecto, estaría muy bien participar a algún curso teórico-práctico donde te expliquen detalladamente cómo hacerlo, la función de cada elemento, dimensionamiento del sistema, etc.
Si por el contrario elegimos el segundo o el tercer caso debemos entregar un certificado de un instalador oficial a las autoridades competentes. Aunque incluso aquí no estaría de más hacer un curso, pues así sabrás bastante del tema.
Por último mencionaré un asunto importante: si queremos pasarnos a lo “ecológico”, “renovable”, “alternativo”, etc. sin querer hacer un mínimo de examen de conciencia sobre nuestro uso de la energía, quizás podamos conseguir cierto ahorro económico, pero estaremos muy lejos de contribuir a la dramática situación ecológica que vive el planeta.
La verdad es que se impone, una vez más, la ley del mercado y de los intereses económicos, que no siempre van de la mano con una conciencia ecológica sana.
Así que si quieres aprovechar esta nueva ley de autoconsumo, sea en la modalidad que sea, conviene que te cuestiones cómo usas la energía y tomes conciencia de cuáles son tus necesidades reales, más allá de las que quieren hacerte creer.
En fin, en mi opinión se trata de hacer una evaluación clara y serena sobre qué es lo que más te motiva a cuestionarte la situación energética de tu casa, de tu país y finalmente del planeta.
Encontrar un punto de equilibrio entre conveniencia económica y ecológica es un logro muy importante y que quede claro: este punto de equilibrio es diferente en cada persona, todo depende de la situación: social, familiar, económica, espiritual… de cada uno.
En palmas juntas, Milán.
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Beatriz Sanchez dice
Hola, yo estoy haciendo el curso de construcción de la casa en paja y me gustaría hacer este curso ya que tengo conocimientos de energías renovables pero no puedo asistir físicamente l curso. Cuento saldría si me envían el material del curso.
Saludos
Beatriz Sanchez
Santiago de Chile
Camila dice
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